Ana
"Hola, me llamo Ana y voy a contaros cómo empezó todo. Estaba feliz, casada, con 3 niñas, con padres y familia sanos; en fin, lo tenía todo.
En abril de 2009 empecé a notar una cosa rara al tragar. Fui al médico y éste, al palparme el cuello, me dijo que pasara a la puerta de al lado y le dijese a la secretaria que me diese hora urgente para el cirujano. Me dieron hora para el día siguiente y el cirujano me explicó que me iban a hacer una biopsia del ganglio inflamado del cuello, el cual podía ser un linfoma o no.
Yo no había oído en mi vida la palabra linfoma. Me metí en Internet y me quedé sorprendida cuando leí la palabra "cáncer" linfático en los ganglios. Me puse a leer sin saber y había sitios que ponía que la supervivencia era de 5 años. Me puse fatal; pensé que me iba a morir y sólo pensaba en mi marido y mis niñas, que se iban a quedar sin madre. Al final conseguí encontrar una asociación que tenía un foro donde hablaba gente que había pasado por lo mismo que yo y que me animaron y me hicieron sentir mejor.
Después de la biopsia vinieron los resultados y me dieron la mala noticia; en efecto, tenía un Linfoma no Hodgkin en un estadio II. Desde entonces mi vida cambió. Me pregunté cien mil veces la pregunta del millón: ¿y por qué yo? Sin embargo, la única respuesta que encontraba era: ¿y por qué no? En fin, me di cuenta que no sabemos ni valoramos lo que tenemos hasta que no llega a tu vida una noticia así. Los que tenéis salud, vivid la vida y disfrutad, que no sabéis lo que es hasta que se pierde.
Ana, junto a sus hijas
Lo peor fue decirles a mis hijas que su madre tenía cáncer. Las niñas se vinieron abajo pero yo les dije: "Mamá se va a curar y va a seguir para delante". Eso las consoló y empezó nuestra lucha. El 7 de junio de 2009 empecé mi primera quimioterapia. La verdad que fue duro, sobre todo por los vómitos, pero como estaba ingresada y vomitaba en el hospital, las niñas no me veían mucho. Yo los demás días intentaba hacer una vida normal con mis hijas. Bajaba a la piscina, me bañaba con ellas, etc. y no lo pasaron muy mal. No obstante, la 3ª quimio ya me la empezaron a dar en el hospital de día y al día siguiente en casa me ponía muy mal de vómitos. Ahí sí me vieron ellas y lo pasaron un poco mal.
Mi hija la pequeña tenía entonces 3 años y para ella la enfermedad era: "Mi mamá no tiene pelo". La pobre todas las noches se acostaba llorando y me decía: "Quiero que te crezca el pelo mami" y eso me partía el alma. Fueron 6 ciclos de quimioterapia un poco durillos.
Un día antes de darme la 5ª quimio me hicieron un pet-tac. Al día siguiente me dieron la quimio y le pedí a mi doctor que, por favor, me dejase irme una semana de vacaciones a Santander antes de darme la 6ª, ya que mis hijas y mi marido y yo necesitábamos desconectar un poco. Le doy las gracias al doctor por dejarme ir, ya que nos vino genial y vinimos de esa semana como nuevos.
Ana, con su familia en Santander
Cuando regresamos de este viaje tan corto pero intenso, fuimos al hematólogo para ver los resultados del pet-tac y dar la 6ª quimio, y cuál fue nuestra sorpresa cuando el doctor nos dijo que estaba limpia y que esa sería mi última quimio. No os podéis ni imaginar lo que llorábamos mi marido y yo de alegría y con el gusto que me di la 6ª quimio. Mis hijas mayores me llamaron al móvil y al decirles la gran noticia me hicieron una pancarta que ponía "Lo superamos" y la pusieron en la piscina de urbanización.
Ana con la pancarta de "Lo superamos"
El 2 de septiembre de 2009 me dieron la última quimio, me fui recuperando, me apunté al gym y me encontraba genial. Estaba empezando a vivir de nuevo.
Pasamos un año genial. En julio pasé mi revisión perfecta y ya la siguiente era en octubre de 2010. Ya me tocaba pasar a las revisiones cada 6 meses, ya que había pasado 1 año de mi última quimio y todo iba genial. Pues bien, cual fue nuestra sorpresa, decepción y tristeza, cuando el hematólogo nos dice que aunque la analítica era perfecta en la radiografía se veía algo y que había que hacer un pet-tac. Pedí hora para dicha prueba y a las 2 horas de hacérmela, me dijeron que había recaída. Se me vino el mundo encima otra vez. ¿Cómo se lo iba a decir a mis hijas si para ellas estaba curada?
Fue duro, pero lo hicimos. El hematólogo me dijo que teníamos que ir a por todas y que daríamos 3 quimios más gordas de 4 días y luego un autotrasplante de médula ósea.
El 7 de Noviembre ya estaba otra vez liada con mi primera sesión de quimioterapia. Era lo peor tener que estar ingresada y separarme de mis hijas durante 4 días, pero se iba sobrellevando. A los 21 días me dieron la segunda sesión y me hicieron un pet-tac para ver los resultados. ¡Bien! Otra vez conseguí estar limpia y me dieron una 3ª para rematar la enfermedad. Ahora empezaba el gran camino hacia el autotrasplante de médula.
Primero me pusieron un catéter en la clavícula para poder extraer las células (mediante aféresis) y para la posterior quimio. Me dijeron que me tenía que poner durante 4 días 3 inyecciones al día de Neupojen para que las defensas me subieran a lo bestia y me pudieran extraer después la células. Una amiga que es veterinaria era la encargada de ponerme las inyecciones, como si yo fuese una vaca jajaja. Lo tomábamos con humor; mi camino hacia la curación iba bien.
No se me cayó el pelo hasta que no estuve ingresada para el autotrasplante. Cuando se me cayó, llevé una peluca que me dejó una chica que conocí en el foro y que me invitó el año anterior a su casa de la playa. Para que veáis que se hacen muy buenos amigos y que en lo que nos podemos ayudar, lo hacemos. Esto es curioso, ya que en esta lucha te das cuenta que la gente que pensabas que eran tus amigos, o la propia familia, te van dejando en el camino y que los que verdaderamente te ayudan y te apoyan son los que han pasado por lo mismo que tú has tenido. Nosotros hemos hecho varios viajes para conocerles. Hemos conocido a gente de Alcoy, Elda, Sevilla, Almería, Sabadell, Santander, etc. y no veáis la ayuda y apoyo que he tenido en ellos. Son gente estupenda, dispuesta a ayudar sin pedir nada a cambio y encima sin conocerte de nada, es increíble.
Ana con su hija
Como iba diciendo, me puse las inyecciones y luego me dieron cita para extraer las células (aféresis) para posteriormente congelarlas. Me hicieron tanto efecto las inyecciones que en 4 horas habían conseguido sacar todas las células. Me acompañó mi marido a primera hora para enchufarme en ese aparato que parecía una centrifugadora y luego vinieron mis amigas del cole de mis hijas, a las cuales tengo mucho también que agradecer. Cuando salí de la extracción de las células me fui con estas mamás a comer a un restaurante y me dijeron que ya me llamarían para el día que tuviese que ingresar para el autotrasplante. Yo les dije que por favor me avisasen con 1 día de antelación, ya que quería despedirme de mis hijas. Me dijeron que sí, pero cuál fue mi sorpresa, cuando el lunes por la mañana me llaman y me dicen que esa tarde tenía que ingresar. Las niñas estaban en el colegio y ya no las iba a ver en 1 mes. Me entró mucha tristeza pero tenía que ir a curarme por ellas. Me llevé el ordenador para poderlas ver por la cámara y eso hacíamos todos los días. Cuando llegaban del cole, me llamaban y nos veíamos un ratito y antes de acostarse otra vez.
Ingresé el 7 de marzo y el día 8 empecé con la quimio de antes del "auto". A este día los médicos le llaman "el -6", al siguiente "el -5" y así sucesivamente hasta llegar al día "0". Este día es el más importante, ya que descongelan tus células y te las infunden por el catéter para que tu médula empiece de nuevo a crear nuevas células. Mi día fue el 14 de marzo, desde entonces, es mi cumpleaños. Después de este día tu cuerpo empieza a generar células y tú te encuentras aislado en una habitación para evitar posibles contagios que para ti sería muy peligroso, ya que tu cuerpo está a cero de defensas y coges todo lo que no es tuyo. De hecho yo cogí, aun así, un hongo en un pulmón y fue lo que hizo que tardase más en salir del hospital. Se suele tardar unos 10 días después de infundirte las células, pero yo tardé unos 20.
El 19 de marzo, día del padre, le dije a mi marido que me dejase sola y que se fuese a comer con sus hijas. Era su día y tenía que estar con ellas, ya que nos echaban mucho de menos y un día como ése, le necesitaban más que nunca. Mi marido, que por cierto se pasó 25 días a mi lado, día y noche sin apenas separarse de mí, durmiendo en una butaca de esas asquerosas de hospital, fue a comer con sus hijas. Además, se llevaron una sábana blanca y un spray rojo que había en casa. Cuando terminaron de comer se fueron los 4 a un descampado y pintaron en la pancarta "MAMI TE QUEREMOS, ESTAMOS CONTIGO, TU PUEDES" y se fueron al hospital. Mi marido me llamó al móvil y me dijo que me asomase a la ventana. Os podéis imaginar cuando vi aquello lo que pude llorar; había visto a mis hijas a los lejos y encima el detallazo.
Ana junto a su marido
El 1 de abril salí victoriosa de aquella habitación, en la cual había pasado días buenos, regulares y malos, pero la cual tenía muchas ganas de dejar. A las niñas no les habíamos dicho nada de que saldría ese día para darles una sorpresa. Cuando fue mi marido al colegio a por ellas les dijo que no estaba aún en casa y, cuando llegaron, me vieron sentada en el sofá. Lloramos abrazadas las 4. Fueron días duros, hasta para la perrita, que no me conocía con el pañuelo, pero lo había CONSEGUIDO.
Hasta aquí ha llegado MI LUCHA. Como veis, ha sido dura pero ha llegado la recompensa y quiero dedicárselo a todas aquellas personas que están en la misma lucha para que no desesperen. Seguid adelante y seguid luchando por vivir, merece la pena la recompensa."