Daniela
Mi nombre es Daniela, tengo 31 años y soy madre de una hermosa niña de 8 años.
Mi vida era relativamente normal: trabajo, casa, ser madre, pareja, hija, etc. En agosto del año 2015 comencé con un resfriado tremendo que me duró mucho tiempo, seguido por una infección en un dedo que fue empeorando día a día.
De un día para otro, mis piernas se empezaron a llenar de moratones que salían de la nada sin haber sufrido ningún golpe. En ese momento presentí que algo no andaba bien en mi cuerpo. Seguí con fiebre, lo cual me hizo ir a urgencias del hospital. Después de muchas tomas de sangre, llegó lo que uno nunca piensa y no quiere escuchar: algo andaba mal en mi analítica y la sospecha de algo terrible se hacía más real.
Solo faltaba un examen para confirmar mi diagnóstico y finalmente se confirmó que tenía leucemia mieloide aguda.
En ese momento mi vida pasó en un segundo pensando en mi hija, que era tan pequeña… ¿cómo le explicaría que su mamá podía morir?
En Chile no tenemos un registro de donantes de médula ósea, por lo que el trasplante es un tema muy complicado en el sentido que no se sabe mucho y para los especialistas es mejor ni nombrarlo.
A los tres días del diagnóstico empezó mi quimioterapia de inducción. Ingresé en aislamiento y permanecí allí más de dos meses. Me costó mucho sobreponerme a la tan terrible quimioterapia, pero llegaba la buena noticia: había logrado remisión completa. Solo era necesario seguir con las consolidaciones, pero me informaron que mi recuperación solo sería factible si era sometida a un trasplante de médula ósea.
En Chile el gobierno solo se hace cargo de los trasplantes que logran tener un hermano de padre y madre 100 % compatible, que es como buscar una aguja en un pajar.
Tengo dos hermanos, uno de 27 y otro de 35 años, por lo que solo tenía dos oportunidades para sortear mi vida… Y los resultados fueron que mi hermano mayor era compatible 5 de 6 y mi hermano menor 6 de 6.
La vida me volvía a sonreír: tenía un donante.
Comencé con la quimio de preparación y finalmente llegó el día del trasplante: el 16 de marzo del 2016. Ese fue el día en que volví a nacer, es el día que mi hija sigue teniendo una madre, el día que se iluminó todo.
Seguí con la recuperación que fue horrible ya que fui súper reactiva (en el sentido que se me activaron todo tipo de virus: el citomegalovirus, daño en vejiga por virus BK, cuadros respiratorios complicados y la guinda del pastel, una Enfermedad Injerto contra Húesped (EICH) aguda intestinal y de piel.
Pero logré salir de todo y después de un año y 4 meses puedo decir que vivo mi vida casi con total normalidad. Creo que la enfermedad te da una gran lección de vida, conoces personas que no olvidarás nunca. Quiero decir que luché, lucho y seguiré luchando por mí, por mi familia y por todos los caídos por esta enfermedad.
Les mando un saludo muy grande y espero ser una luz de esperanza para el que ahora empieza con la lucha.