Javier
Mi hermano se llama César Solís. Nació en Rosario (Argentina) hace 41 años y vive en España desde hace 12 años. Reside en Madrid donde tiene un trabajo que le gusta mucho y está con su pareja Bárbara, también argentina. Lo mejor de sus vidas es su hija Paloma, que tiene poco más de un año y está dando sus primeros pasitos. Paloma es un bebé siempre sonriente y feliz.
Dos años atrás, César comenzó a sentir que no estaba bien físicamente, que se cansaba más de lo normal y ello sin haber alterado o sufrido nada raro en su vida habitual. Decidió, entonces, consultar al médico y en los análisis encontraron algunos valores de la sangre por debajo de los parámetros normales. No había que preocuparse demasiado pero le dijeron que debía controlarse con mayor frecuencia. Los tratamientos y estudios fueron aumentando. La incertidumbre se aceleró hasta dar finalmente con el diagnóstico preciso: síndrome mielodisplásico (SMD). Se trata de una enfermedad de la médula ósea que afecta a la producción de glóbulos rojos. La médula deja de realizar sus funciones específicas, pudiendo derivar en una situación más grave y, si no se actúa a tiempo, puede llegar a producir la muerte.
César comenzó a recibir transfusiones periódicas de sangre, al principio cada cuatro semanas y luego cada dos. Mientras tanto lo trataron con una medicación que no dio los resultados esperados. La única posibilidad de cura definitiva a esta enfermedad era realizar un trasplante de medula ósea. Para poder hacer esta intervención no es necesario extraer ningún órgano a nadie sino que lo que se trasplanta al organismo del receptor son células progenitoras hematopoyéticas. Estas células se encuentran en la sangre de cualquier ser humano, independientemente del país, de las creencias que tenga o de la raza. El requisito fundamental para que el trasplante funcione es que donante y receptor sean compatibles o, al menos, compartan un porcentaje óptimo de compatibilidad. Lo primero es analizar a los parientes más cercanos, a los hermanos en primer término. Si no se hallara compatibilidad en ninguno de los familiares próximos se recurre al registro mundial de donantes de médula ósea, teniendo la esperanza de hallar allí un donante compatible. En síntesis: la donación de médula es unos de los casos o situaciones más directas en los que la vida de un ser humano solo puede ser salvada por la voluntad de otro ser humano.
La posibilidad de encontrar hoy en día un donante compatible no es nada fácil. Según las estadísticas actuales es casi milagroso. Por ello, la fortuna de encontrar casos compatibles llegará a ser algo mucho mayor siempre que en el mundo exista la mayor cantidad posible de personas donantes de médula ósea.
Volviendo a nuestra situación particular, el caso fue que el año pasado fui a visitar a César y su familia a España y con una simple extracción de sangre pudieron encontrar que mi hermano y yo éramos compatibles. A partir de entonces la esperanza se instaló en nosotros y desde ese mismo momento comenzó la preparación para hacer el tratamiento de trasplante.
Antes de relatar cómo siguen las cosas les cuento algo de mí. Mi nombre es Javier Solís, tengo 39 años y vivo la mayor parte del año en Rosario (Argentina), ciudad que adoro y en la que me encanta vivir. Soy deportista, mi deporte es el triatlón (natación, ciclismo, atletismo), y le dedico a esta actividad la mayor parte de mi tiempo. Pero no vivo exclusivamente del deporte, tengo mis “rebusques”, soy lo que se llama un pequeño empresario (no he llegado a mediano aún). También soy instructor de natación (con esto último, además de entrenarme, ocupo mi tiempo ahora mismo en Madrid). Y, por cierto, soy muy feliz.
Por el hecho de que César es ciudadano español y vive hace muchos años en Madrid, todo el tratamiento se realizó en esta ciudad. El lugar ha sido el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, dependiente de salud pública del estado. Resumo en qué ha consistido lo principal del trasplante.
Siendo necesario que la médula del donante produzca la mayor cantidad de las células a transfundir, me apliqué durante 5 días una inyección diaria que moviliza ese proceso. Luego, en el área de donación de sangre del hospital, hicieron circular mi sangre de un brazo al otro mediante una máquina que detecta las células, las separa y las almacena en una bolsa especial. Este procedimiento demandó unas 6 horas durante las cuales estuve todo el tiempo despierto y sin ningún problema importante. Al día siguiente se le hizo, vía catéter, la transfusión de mis células a César. Quiero destacar aquí la calidad profesional y humana con que fuimos tratados en todo momento y, sobre todo, el amor y el cariño que le brindaron a César las enfermeras y médicos que lo atendieron los días previos y posteriores al trasplante.
Hoy hace poco más de un mes del trasplante y César ya está con su familia en su casa. También podemos contar hoy que los análisis están siendo correctos. El camino de la recuperación es largo pero gracias al trasplante puede esperar volver a tener la calidad de vida que tenía antes de que le diagnosticaran la enfermedad.
Para terminar, quiero dejarles el mensaje de mi sentimiento por estos días. Me considero un afortunado en la vida por haber tenido una familia que me dio la posibilidad de educarme, de hacer deportes, de hacer casi todo lo que se me ha ocurrido. También me dio la posibilidad de enmendar mis errores y también ha celebrado mis logros. Tengo muy buenos amigos que me valoran por lo que soy y no por lo que tengo. También tengo la esperanza de un mundo mejor para todos, más justo y con menos despilfarro. He tenido logros deportivos, he alcanzado metas y todo ello me ha dado grandes satisfacciones pero nada me ha dado mayor satisfacción en mis casi 40 años de vida que haber ayudado con mi donación de médula a salvar la vida de otro ser humano, y para más: a un hermano. Eso es lo que hoy más agradezco a la vida.
Espero haber sido claro para que se entienda que donar es simple, es altruista, es solidario, es humano. Cuantas más voluntades se sumen a esta causa más personas tendrán la posibilidad de seguir viviendo su vida tal y como la sueñan.
Agradecemos a familia, amigos y allegados por el apoyo en todo momento. También agradecemos a Dona Vida en Vida, a Comparti Vida, a Organización Nacional de Trasplantes de España, a la Fundación José Carreras y a todas las organizaciones que trabajan para crear conciencia. Gracias.