Joan

Soy Joan, tengo 49 años y el día 11 de agosto de 2015 se cumple un año de mi trasplante autólogo de células madre: mi primer cumplevida, un día muy especial y que quiero celebrar con todas las personas que actualmente están luchando contra cualquier cáncer hematológico. Y lo quiero hacer compartiendo mi testimonio y el mensaje de que esta pesadilla, en ocasiones, tiene un final feliz. Digo “pesadilla” porque ha sido un traspié tras otro hasta hoy.

Todo empezó en octubre de 2013. Ya llevaba unos días encontrándome mal en el trabajo y en casa: sudoraciones, fatiga, dificultad para respirar, hipotensión e hipertensión. Finalmente, y tras dos días sin poder orinar, me dirigí a Urgencias acompañado por mi amigo Xavi y, antes de ingresar, me desvanecí. Estaba deshidratado, con un nivel de creatinina de 18, fiebre, vómitos... Los malos augurios pronto llegaron a mi familia.

En la UCI de la Clínica del Pilar de Barcelona consiguieron estabilizarme en dos semanas pero debido a la insuficiencia renal que sufría me trasladaron al Hospital Clínic. Allí me empezaron a tratar en Nefrología y en pocos días ya estaban dializándome en días alternos sin perder de vista que los médicos buscaban la causa de ese cuadro. Al cabo de una semana me realizaron un mielograma, punción en el esternón y extracción de médula ósea para su análisis, que confirmó que sufría un mieloma múltiple. Diálisis y quimioterapia (Velcade y Dexametasona) simultáneamente. Los terribles efectos secundarios: vómitos, diarreas, fiebre, infecciones, cansancio, dolor, falta de apetito... Dudas, miedo e incertidumbre.

Mi hijo Josuè me repetía a menudo: "Papa, un día más, un día menos" y, susurrando, lo repetía para mí. Cada día era una victoria al mieloma múltiple y un día menos para la curación. Es muy importante visualizar esa imagen: vernos curados. Mi cuñada me dijo que imaginara una ducha purificadora que eliminaba las células malignas que en mi mente eran puntos negros. Todo vale para seguir luchando. Tres largos meses ingresado con entradas y salidas de la UCI y poco antes de Navidad dejaron de dializarme. Mi sistema renal, que estaba al 10%, se recuperó hasta el 50%.

La pérdida de peso era preocupante, pues la ingesta de alimentos era un drama, no toleraba casi nada y lo poco que ingería no sabía a nada. Paladar anulado. Me dieron de alta el día de fin de año y estuve casi cuatro meses en casa de mi hermana, quien me cuidó. No era capaz de hacer nada sin ayuda. Una impotencia total. Por si fuera poco, en febrero de 2014 sufrí una diverticulitis (perforación del colon) y fui operado de urgencia. Tres meses sin controlar las defecaciones, con fugas a cualquier hora y con incertidumbre de si ese injerto sería definitivo o provisional hasta que, por fortuna, después de tres meses me reconstruyeron el colon.

Tras la reconstrucción, en julio de 2014 me avisaron que las analíticas reflejaban ausencia de células cancerígenas y que estaba preparado para el autotrasplante de células madre. Me explicaron el proceso: un encaje de bolillos inimaginable hace 15 años y tras un duro acondicionamiento de quimio severo (Melfalán), que provocaron caída de pelo y vello, llagas, diarreas, fiebre y vómitos, nuevamente me autotrasplantaron.

Desde entonces he tenido infecciones varias, respiratorias y urinarias, pues dicha quimio te deja sin hematíes, leucocitos y plaquetas. Pero poco a poco he ido recuperándome, excepto en cuanto a la creatinina. He tenido que dejar de trabajar y ahora soy pensionista pero he aprendido dos cosas muy importantes. Primero, con fe y actitud es posible curarse de un cáncer y con la inestimable ayuda de mis hijos Josuè y Anna, hermanos, padres, resto de familia y amig@s. Y segundo, la vida es maravillosa y ya no me enojo como antes y valoro las pequeñas cosas.

Gracias a Dios no he tenido ninguna recaída hasta hoy y mis visitas con mi hematóloga ya son trimestrales. Espero que mi experiencia os ayude a seguir luchando. El camino es duro, muy duro pero en muchos casos tiene premio...VIVIR.

¡Ánimos imparables!

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