María
"No recuerdo muy bien cuando fue, noté un pequeño bulto sobre mi clavícula. No quise darle importancia, ya se irá - pensé. Así que seguí con mi vida de siempre: universidad, amigos, gimnasio... A pesar de eso nunca dejé de notarlo, de saber que ahí estaba, lo palpaba y me miraba constantemente al espejo preocupada de si alguien lo podría notar.
Me fui de Erasmus, esto, junto a otras cosas, me permitía no pensar en nada más. De hecho, por momentos lo olvidaba. "Estoy sana, estoy bien, sigo haciendo todo con normalidad, no me pasa nada" son frases que me repetía y que me obligaba a creer, y lo hice.
Pero ese bulto siguió, y creció, y se multiplicó, y ya no tenía un bulto, sino que tenía muchos. Ese bulto se convirtió en un mazacote, como lo llaman los médicos (suena hasta gracioso). Básicamente, mi cuello, por la parte derecha, era una montaña de bultitos que se podían ver y palpar, y que ya no podía esconder más.
…Parecía ser un linfoma...y lo es. Estas fueron las palabras que cayeron sobre mí como si del peso más pesado se tratase después de casi un mes de pruebas y más pruebas. Un mes en el que me fui preparando para cualquier diagnóstico y desenlace, pero, no nos engañemos, cuando te lo sueltan es como una bofetada que no esperas. Dudas, momentos de optimismo, otros de pesimismo, momentos en que todo se te olvida. Y de repente, un médico te baja a la tierra y te dice lo que hay. Es un cáncer, Maria. ¿Yo? ¿Cáncer? Eras dos términos que no encajaban, yo no podía tener cáncer, tenía solo 20 años y jamás había estado enferma.
Recuerdo que al principio no me atrevía ni a nombrarle, la palabra cáncer me venía demasiado grande así que con un tanto de inocencia decidí llamarle "Monstruo" (nada más lejos de la realidad), y me cree un blog donde contaría mi historia. Cada visita me hacía más fuerte, los nudos en la garganta los tragaba e incluso me reía y bromeaba. Me propuse matar al monstruo y empezó mi aventura.
Lo primero que hice fue tomar las riendas de la situación. Yo tenía cáncer, sí...pero el cáncer no me tenía a mí. Me corté el pelo y lo doné a una asociación para que hicieran una peluca. Me compré pañuelos y empecé a ver tutoriales para aprender a ponérmelos. Los pinchazos pasaron a estar a la orden del día y, por fin, llegó el momento, ese que nunca esperé que llegara: la quimioterapia. La enfermera me preguntó si era mi primer día, entonces mi sonrisa de "puedo con todo" se esfumó, con esa pregunta todo se hizo real y me puse a llorar como una niña pequeña con el único deseo de salir corriendo de esa pequeña cárcel, quería huir, yo no pertenecía allí. Se hacía duro aceptar que no había otra opción, pero es que no había otra. Yo, que siempre fui muy positiva, empecé a acostumbrarme y a tomármelo de otra forma.
Pasaron 6 meses y 12 sesiones de quimioterapia, pasaron momentos muy duros, momentos que jamás pensé que podría superar. Sería difícil resumir en pocas líneas como fue el tratamiento, pero si hay alguien que lo va a empezar quisiera decirle que cada persona es un mundo, que todos lo pasamos distinto y que SÍ SE PUEDE, por muy negro que lo veamos todo a veces. Lo cierto es que cuando la vida aprieta, se sacan las fuerzas hasta de debajo de las piedras. Estoy orgullosa de mi cuerpo por haber soportado tanto y haberlo hecho tan bien.
Hace unos meses volví a esa consulta con el mismo miedo de siempre, o quizás un poco más. Fue ese día cuando escuche las palabras que hacía tanto tiempo que deseaba escuchar: "Maria, estás en remisión completa". Había vencido al monstruo. Todo el esfuerzo, las lágrimas, el dolor, la impotencia, la rabia y toda esa infinidad de sensaciones "feas"...todo, había dado su fruto y el monstruo se había esfumado.
A día de hoy, no puedo creer lo que ha pasado aún. No soy consciente de lo que he pasado. Ingresos en el hospital, urgencias, fiebres, defensas, quimioterapia, radioterapia, cáncer... ¿Cómo me puede haber pasado a mi? No lo sé, ni me importa, ahora ya con revisiones y más feliz que nunca, tengo como propósito ayudar, mi blog y mis palabras por las redes han llegado a mucha gente y han ayudado a que otros se sientan un poco mejor con su pelea contra el monstruo.
Quiero animar a todo el mundo a donar, a aportar su granito de arena. No todo se limita a lo económico. Siempre digo que la cura del cáncer no está en un laboratorio, la solución está en nuestras manos y las mías no van a parar de trabajar para terminar con él. Un abrazo a todos."