Álvaro
Hola. Mi nombre es Álvaro y tengo leucemia mieloide crónica.
A día de hoy tengo 29 años y mi historia comienza en las navidades de 2014, concretamente el 20 de diciembre. Ingresé en urgencias por una neumonía e imaginad mi sorpresa cuando los médicos me dijeron que los valores de mi analítica eran muy “raros”.
Tras otra analítica me dijeron que lo más seguro era que tuviese LEUCEMIA. Se me cayó el mundo al suelo, yo sabía algo sobre leucemia porque soy farmacéutico y tenía una clienta que estaba luchando contra ella, pero lógicamente desconocía la cantidad de leucemias distintas que existen.
A los pocos días me diagnosticaron finalmente de leucemia mieloide crónica (LMC) y me informaron perfectamente de lo que eso significaba. Tenía una mutación que me hacía generar una gran cantidad de granulocitos (un tipo de glóbulo blanco) y también me dijeron que era una enfermedad que se suele dar en personas más mayores y yo tenía ¡¡25 años!! Una vez estabilizado, comenzamos con el tratamiento.
El tratamiento para esta enfermedad se basa en la administración de un inhibidor de la tirosina kinasa (para los no entendidos, una pastilla). Empezamos con el Imatinib y la medicación me fue bien, no tenía efectos adversos y hacía vida normal. Tras 4 meses de tratamiento, generé resistencia y dejó de hacerme efecto, ahí conocí lo que es una punción de médula y la ansiedad generada por todos estos cambios me hizo ponerme en manos de los psicólogos del hospital (posiblemente una de las mejores cosas que he hecho en toda mi vida).
Tras descartar que la enfermedad hubiese avanzado hacia leucemia aguda (de tratamiento mucho más complicado) cambié a otro medicamento llamado Nilotinib que me hizo efecto durante 7 meses, en los cuales tuve la grandísima suerte de casarme con el amor de mi vida, compañera de viaje, de alegrías y de horas de esperas médicas. TE QUIERO PAULA.
Tocaba volver a cambiar la medicación y empezar con Dasatinib. Esta medicación me mantuvo estable durante un año entero, pero no conseguía disminuir la enfermedad hasta los valores que debería. En ese momento se me planteó hacerme un trasplante de médula ósea o probar otro medicamento en otro centro. Me decanté por la medicación y ya llevo unos meses con ella. Esperemos que esta sea la buena y me mantenga muchos años con la enfermedad al mínimo.
Toda esta historia se puede llevar gracias a la ayuda de los psicólogos (gracias Paula), de la familia y de los amigos. Gracias de todo corazón a los que siempre habéis estado ahí, porque, aunque se haga difícil decíroslo a veces, me habéis dado mucha fuerza y valor. Gracias.
Finalmente contaros que desde que me diagnosticaron me he implicado a tope en la divulgación de información sobre leucemias, cánceres de sangre y, sobretodo, donaciones.
Para eso me apoyo en la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia, con la que he salido a la calle a decirle al mundo que somos IMPARABLES y con la que participo en todo lo que puedo.