Gabriel, el bebé super forzudo
Había una vez un bebé super forzudo que se llamaba Gabriel. Tenía un gemelo, Martín.
A primera vista parecían idénticos, pero no lo eran...
Hola,
En primer lugar, gracias por haber llegado hasta aquí para conocer nuestra historia: la del BEBÉ FORZUDO.
Gabriel y Martín no son idénticos ni tampoco han llevado vidas iguales en estos últimos 2 años y medio.
Me llamo Almira. Soy la mamá de los gemelos y el 3 de diciembre de 2018 a mi hijo Gabriel le diagnosticaron LEUCEMIA, un cáncer de la sangre. Justo tenía 15 meses de vida.
Esta es nuestra historia.
Durante el mes y medio anterior al diagnóstico, Gabriel tuvo fiebre muy alta. Nos decían que era otitis y algún virus, pero yo no me lo creí.
Con la ayuda del pediatra del centro de salud conseguí que a Gabriel le hicieran las pruebas necesarias para saber lo que tenía.
Sabía que algo no iba bien, pero jamás me imaginé que nos darían ese diagnóstico.
Fue y siempre será la peor noticia de mi vida. Siempre piensas que a tí nunca te pasará, que solo pasa en las películas, pero es real.
Cuando me lo dijeron decidí que, en ninguna circunstancia, quería que mi hijo me viera ni llorando, ni derrumbada, ni triste. Él tenía que seguir viéndome contenta y feliz, como siempre.
De alguna manera, pensar que podía ayudarlo a que su recuperación fuera la mejor, la más rápida y con el mínimo sufrimiento posible, me hacía bien.
Todo el tema del hospital fue muy complicado de gestionar. Gabriel tiene a su gemelo llamado Martín, que está sano :). Siempre he intentado hacer todo lo posible para poder estar cada día con los dos niños.
No quería que ninguno de los dos sintiera que su mami no estaba ahí.
El primer ingreso de Gabriel fue de dos meses. Había muchos días que estaba con él y, por la tarde, me iba a buscar a Martín a la guardería para pasar la tarde, darle la cena y llevarlo a dormir.
Después regresaba al hospital para poner a dormir a Gabriel y dormir a su lado. Me levantaba a las seis para ir a casa, despertar a Martín, arreglarlo y llevarlo a la guarde. Así, él pensaba que había dormido con mami.
Todo esto lo pude hacer con la ayuda de mi marido, de mi madre y de mi suegra.
Desde la primera quimio, Gabriel fue mejorando. Poco a poco le empezaron a subir los neutrófilos. Ingresó con solo uno.
Después del primer mes le hicieron la punción para valorar cómo estaba yendo el tratamiento y… ¡había reaccionado! Su médula estaba limpia de células leucémicas.
Por fin llegó el día que le dieron el alta del primer ingreso. ¡Menuda emoción! Tras 60 días, pensaba que ese día nunca llegaría, pero llegó y fue maravilloso.
Llegamos a casa con Gabriel y, cuando Martín le vio, se extrañó mucho 😊. Pero al instante, se estaban dando besos. Estar todos juntos en casa fue un sueño hecho realidad.
El tiempo fue pasando y su tratamiento también. En uno de los últimos ingresos para la quimio, empezó a caminar con una gran sonrisa en la cara. Fue un momento precioso e inolvidable.
Unas semanas antes de cumplir los dos años, terminaron los ingresos para la quimio y pudimos empezar a hacer vida un poco más normal.
Celebramos el cumple de Gabriel y Martín por todo lo alto: fuimos cuatro días a un camping a la montaña. ¡Qué bonito fue cambiar el ruido de las máquinas oncológicas por el canto de los pájaros!
Hace ya unos meses que terminaron las quimios hospitalarias, intratecales, intramusculares, etc. Ahora vamos al hospital para revisiones.
Hay que decir que no todo ha sido un camino de rosas. Hemos tenido algunos ingresos adicionales por culpa de bacterias y virus.
Aun así, lo más importante es que Gabriel está muy bien y es muy feliz, sobretodo cuando está haciendo trastadas con Martín.
Ahora, Gabriel ya lleva una vida prácticamente normal. ¡A ver si en septiembre empieza el cole de mayores!
Una de las cosas que he aprendido en todo este infierno es que nunca sabes lo que te pasará. Por eso, cada día les digo mil veces a Gabriel, a Martín y a mi marido, Iván, cuánto les quiero y les adoro.
Con todo lo que ha vivido Gabriel en su corta vida, nos ha demostrado que es un luchador en toda regla, un valiente. Nos ha enseñado que es el mejor. Él es una roca, ¡un imparable!
En el hospital todas las doctoras (y los dos doctores), las enfermeras y auxiliares lo quieren con locura: siempre está sonriendo, se deja hacer todas las “perrerías” casi siempre sin rechistar, es muy simpático.
Su impecable comportamiento frente a la enfermedad y todo lo que conlleva es digno de admirar. Para mí es un infinito orgullo ser su mami.
Durante el mes y medio anterior tuvo fiebre muy alta. Nos decían que era otitis y algún virus, pero yo no me lo creí.
Con la ayuda del pediatra del centro de salud conseguí que a Gabriel le hicieran las pruebas necesarias para saber lo qué tenía.
Sabía que algo no iba bien, pero jamás me imaginé que nos darían ese diagnóstico.
Fue y siempre será la peor noticia de mi vida. Siempre piensas que a ti nunca te pasará, que solo pasa en las películas, pero es real.
Cuando me lo dijeron decidí que, en ninguna circunstancia, quería que mi hijo me viera ni llorando, ni derrumbada, ni triste. Él tenía que seguir viéndome contenta y feliz, como siempre.
De alguna manera, pensar que podía ayudarlo a que su recuperación fuera la mejor, la más rápida y con el mínimo sufrimiento posible, me hacía bien.
Todo el tema del hospital fue muy complicado de gestionar. Gabriel tiene a su gemelo llamado Martín, que está sano J Siempre he intentado hacer todo lo posible para poder estar cada día con los dos niños.
No quería que ninguno de los dos sintiera que su mami no estaba ahí.
El primer ingreso de Gabriel fue dedos meses. Había muchos días que estaba con Gabriel y, por la tarde, me iba a buscar a Martín a la guardería para pasar la tarde con él, darle la cena y llevarlo a dormir.
Después regresaba al hospital para poner a dormir a Gabriel y dormir a su lado. Me levantaba a las seis para ir a casa y despertar a Martín, arreglarlo y llevarlo a la guarde, así él pensaba que había dormido con mami.
Todo esto lo pude hacer con la ayuda de mi marido, mi madre y de mi suegra.
Desde la primera quimio, Gabriel fue mejorando. Poco a poco le empezaron a subir los neutrófilos (ingresó con uno).
Después del primer mes le hicieron la punción para valorar cómo está yendo el tratamiento y… ¡había reaccionado! Su médula estaba limpia de células leucémicas.
Por fin llegó el día que le dieron el alta del primer ingreso. ¡Menuda emoción! Tras 60 días, pensaba que ese día nunca llegaría, pero llegó y fue maravilloso.
Al llegar a casa con Gabriel, cuando Martín le vio se extrañó mucho de verlo 😊. Y al instante se estaban dando besos. Estar todos juntos en casa fue un sueño hecho realidad.
El tiempo fue pasando y su tratamiento también. En uno de los últimos ingresos para la quimio, empezó a caminar con una gran sonrisa en la cara, fue un momento precioso e inolvidable.
Unas semanas antes de cumplir los dos años, terminaron los ingresos para la quimio y pudimos empezar a hacer vida un poco más normal.
Celebramos el cumple de Gabriel y Martín por todo lo alto: fuimos cuatro días a un camping a la montaña. ¡Qué bonito fue cambiar el ruido de las máquinas oncológicas por el canto de los pájaros!
Hace ya unos meses que terminaron las quimios hospitalarias, intratecales, intramusculares, etc. Ahora vamos al hospital para revisiones.
Hay que decir que no todo ha sido un camino de rosas. Hemos tenido algunos ingresos adicionales por culpa de bacterias y virus.
Aun así, lo más importante es que Gabriel está muy bien y es muy feliz, sobretodo cuando está haciendo trastadas con Martín.
Ahora, Gabriel ya lleva una vida prácticamente normal. ¡A ver si en septiembre a empezar el cole de mayores!
Una de las cosas que he aprendido en todo este infierno es que nunca sabes lo que te pasará. Por eso, cada día les digo mil veces a Gabriel, a Martín y a mi marido, Iván, cuánto los quiero y les adoro.
Con todo lo que ha vivido Gabriel en su corta vida, nos ha demostrado que es un luchador en toda regla, un valiente. Nos ha enseñado que es el mejor. Él es una roca, ¡un imparable!
En el hospital todas las doctoras (y los dos doctores J), las enfermeras y auxiliares lo quieren con locura: siempre está sonriendo, se deja hacer todas las “perrerías” casi siempre sin rechistar, es muy simpático.
Su impecable comportamiento frente a la enfermedad y todo lo que conlleva. es digno de admirar. Para mí es un infinito orgullo ser su mami.
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