Ángela
Hola a todos,
Fui diagnosticada de linfoma de Hodking en noviembre de 2013. Tenía 26 años.
Me noté un bultito en el cuello y me pareció raro así que se lo enseñé a mi madre, que es enfermera, y fuimos al médico del centro de salud. Mi médico dijo que lo tenía que revisar en el hospital lo antes posible así que fuimos hacía allí y rápidamente me lo vieron.
Recuerdo ese día como si fuera irreal, como si hubiera estado soñando. Creo que nadie está preparado para que le digan que tiene cáncer, y mucho menos cuando eres joven y no ha habido ningún caso de cáncer en tu familia. Me notaron los ganglios muy inflamados y me hicieron una radiografía de tórax en urgencias. Vieron una masa en el mediastino. Estaba claro que era cáncer, pero todavía no se sabía de qué tipo.
Ninguno lo esperábamos, y a partir de aquí empezó la etapa que para mí fue más dura: la incertidumbre de no saber qué era lo que tenía y cuál sería el siguiente paso. Después de varias pruebas, incluida la biopsia de un ganglio, se confirmó que era linfoma de Hodking y fue una buena noticia, porque las estadísticas de recuperación son muy buenas. Pronto empecé el tratamiento con quimioterapia, que en mi caso fueron seis ciclos: dos sesiones en cada ciclo cada dos semanas, es decir seis meses de quimioterapia.
Al principio fue duro porque no sabía qué podía encontrarme o cómo me iba a sentir. Luego empezó a caerse el pelo y eso también fue difícil de encajar, pero poco a poco empecé a afrontar el tratamiento como una carrera de fondo y una cuenta atrás. Cada sesión de quimio era un paso más a mi recuperación. Tenía un calendario dónde tachaba cada día que afrontaba una sesión. También me hice un cartel que coloqué en la pared justo enfrente de la cama para verlo bien.
Decidí mantenerme ocupada, y aunque tuve que dejar de trabajar porque no tenía suficiente energía me centré en acabar el proyecto del máster que estaba estudiando en aquel momento y también estudié inglés. Tuve la suerte de estar arropada por mi familia, amigos y mis compañeros de trabajo, que se portaron genial conmigo. A pesar del golpe, descubrí todo el amor que la gente cercana a mí sentía, fue muy importante para mi recuperación porque no fue un buen momento a nivel personal.
A mitad del tratamiento una prueba confirmó que no quedaba rastro de enfermedad, y aunque tuve que acabar el tratamiento de quimioterapia y después tuve 20 sesiones de radioterapia, fue pan comido. Cómo si hubiera tenido una capa negra sobre mi cabeza y de repente se cayera y el sol brillara con más fuerza que nunca. Nunca faltaron a mi lado mis padres, dándome todo su apoyo y su amor, mis amigos y familia arropándome y distrayéndome. También coincidí con dos chicas que estaban pasando un linfoma de Hodking en el hospital, y nos contábamos batallas entre sesión y sesión.
Esta experiencia fue muy dura, pero también cambió mi vida entera, para bien, fue un chute de energía y ganas de vivir tremendas lo que aprendí de este golpe. Mi escala de valores se rehízo y los miedos se fueron, y el sol se quedó. Con el tiempo empezaron las revisiones, ha habido sustos, pero nada de qué preocuparse, por suerte, y ahora es un trámite, tan trivial como pasar la ITV del coche.
Después de todo esto, me fui a vivir a Inglaterra, dónde he estado durante tres años y dónde me he olvidado de lo malo, he vivido mi vida y he conocido al que espero sea el futuro padre de mis hijos. A tod@s los que estéis pasando por esto, mucho ánimo, no tiréis a toalla, vosotr@s podéis con esto y con mucho más. Rodearos de buena gente, que os entretenga y os hable de cualquier cosa menos de cáncer, buscar maneras de ocupar el tiempo e intentar disfrutar lo máximo posible, descansad y tened paciencia. El cansancio y el malestar pasará, el pelo os saldrá fuerte, brillante y precioso y todo esto será una pesadilla de la que no os acordareis, os lo prometo. Una vez me lo dijeron y no me lo creí. Os prometo que es verdad.
Millones de besos y ¡muchísimo ánimo a todos!