Antonio Díaz

Llevaba siendo donante de sangre algunos años ya, cuando en una de esas ocasiones en la que fui a donar vi un cartel informando que en breve habría una charla en mi pueblo, sobre el proceso de donación de médula. Acudí para informarme de cómo era aquello, no sin algo de recelo por aquella leyenda urbana de que "te pinchan en la espalda".

En aquella charla escuché a un señor que había donado sólo meses después de haber entrado en la lista de donantes, hablaba de aquello con tanta satisfacción personal y tanta ilusión que fue el empujoncito que necesitaba para decidirme. También he de decir que ahí fue donde escuché por primera vez el término aféresis, y es cierto que ayudó también a que me decidiera -y me tranquilizó- al saber cómo funciona dicho proceso.

Me hice el tipaje en cuanto tuve la oportunidad, hablamos de 2002, y ahí quedó, hasta que en el verano de 2011 se pusieron en contacto conmigo para decirme que posiblemente fuese compatible con un receptor.

En noviembre de 2012 me hice la última prueba, y en enero de 2013 me llamaron desde la Fundación para comunicarme que era totalmente compatible con el receptor y que si quería seguir adelante con el proceso... ¿Que si quería? ¡Por supuesto que quería! Saber que alguien puede seguir entre nosotros gracias a mí ¡cómo no!

Entre el trabajo y la vida cotidiana no me dio tiempo a pensar mucho en todo lo que pasaría y creo que no era muy consciente de qué es lo que iba a realizar. Creo que no lo fui hasta el día de la aféresis.

Y por fin llegó el día.

Comenzó la aféresis, estaba tranquilo, aun sin ser muy consciente del qué, pero entonces vi a mi pareja a mi lado, como me miraba, con qué orgullo y ternura. Ella sí sabía qué es lo que yo estaba haciendo, la importancia que eso tenía y la alegría que de verdad debía sentir por ser tan afortunado de poder ayudar a alguien a seguir viviendo. Todo esto me empezó a abrir los ojos para darme cuenta de lo que estaba haciendo realmente.

Por último me pasó algo más aún. Cuando estaba terminando el proceso, entró una señora que había recibido el trasplante creo que el día antes, no os imagináis como me miró aquella señora, no hablamos, pero no hizo falta, su forma de mirarme y sus ojos lo hicieron todo. En su mirada se veía agradecimiento, cariño e ilusión hacia mí porque me tenía delante y por ende hacia su alma gemela de médula, esa persona anónima que había tenido el mismo gesto desinteresado hacia ella que en esos momentos estaba teniendo yo hacia otra persona.

Terminó todo y nos fuimos a casa con la satisfacción de haber ayudado en lo posible a alguien anónimo, y siendo ya consciente de la importancia de lo que había hecho, y de lo afortunado que era por haberlo podido hacer.
Decir que tanto la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia y REDMO - Registro de Donantes de Médula Ósea, y el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, y todos sus profesionales nos ayudaron en todo lo posible tanto antes como durante el proceso, y estuvieron atentos a cuanto pudimos necesitar e informarnos sobre cualquier duda.

Espero y deseo de todo corazón que quien haya recibido "ese poquito de mi" esté mejor y haya salido de su enfermedad.

Página web actualizada 09/07/2019 16:37:28