Esther
“Hola,
Mi nombre es Esther y, desde febrero de 2009, soy paciente de leucemia mieloide crónica con cromosoma Philadelphia positivo.
Cuando me detectaron la enfermedad tan sólo tenía 27 años, me sentía algo cansada y no engordaba a pesar de comer en abundancia, por lo que decidí hacerme una analítica rutinaria. 24 horas después de hacerme esa analítica, llamaron a mi casa desde el Hospital de Salamanca y ya por teléfono me informaron de mi diagnóstico.
Es cierto que el primer golpe es enorme. Cuesta asumir y entender lo que sucede, comenzar con pruebas, tratamientos y controles… Pero, afortunadamente, tenemos tratamientos avanzados (‘pastillitas’) que, si tenemos la suerte de responder y tolerar bien, podemos hacer una vida prácticamente 'normal'.
Yo comencé con Imatinib y tras cinco años en los que no llegaba a resultados óptimos, ni a una buena tolerancia, tuve la posibilidad de entrar en un ensayo clínico con otro fármaco: Nilotinib. Ahí ya si, los resultados fueron perfectos y mi vida 'casi normal'.
Digo ‘casi’ porque, a pesar de tener de verdad una buena calidad de vida, desde el primer momento en que me diagnosticaron la enfermedad, había algo que sí se había truncado ese día. Con esta medicación no podía quedarme embarazada, y ser mamá era algo que deseaba con todas mis fuerzas.
Después de valorar diferentes opciones, y tras sentarme a hablar con mi hematólogo (el mejor médico del mundo y mejor persona), me planteó la opción de suspender el tratamiento y quedarme embarazada.
Debíamos coordinarnos muy bien, porque sabíamos que, en cuanto suspendiese la medicación, empeoraría. Por ello, antes de nada, debía conocer y asumir los riesgos que conllevaba y tomar en primera persona la decisión de arriesgarme e intentar ser mamá o mantener mi estabilidad y seguir con mi tratamiento.
Creo que lo tuve claro desde esa primera charla. Tras coordinarnos y planificarlo todo suspendí mi tratamiento y me quedé embarazada.
Todo salió bien a la primera (he tenido mucha suerte y fantásticos médicos). Pero también la enfermedad avanzó a la primera, muy rápido. Comencé con un tratamiento alternativo y compatible con el embarazo (Interferon) que me costó tolerar. Esperaba que fuese lo suficiente efectivo para que aguantase el embarazo completo.
No os voy a negar que ha sido duro. He tenido muchas dudas y miedos, pero también mucha ilusión por que saliese todo bien, que yo aguantase y tuviese a mi niña en brazos contándole que todo había ido bien.
¡Y hoy, dos meses después del parto, os puedo decir que TODO HA IDO BIEN! Mi hija, María, está en mis brazos. Ella está perfecta y yo de vuelta al Nilotinib mejorando mis cifras hasta que vuelva a la estabilidad, que de verdad no dudo que en breve tendré ;-)
Con mi testimonio quiero llevar un ápice de ilusión a cualquier mujer que pueda estar en una situación similar. ¡Por supuesto que antes hay que conocer cada situación, cada posibilidad y evaluar riesgos, pero que sepáis que en ocasiones esos milagros existen!
Quiero dar las gracias a mi familia por respetar mi decisión y estar siempre ahí, a mi médico por su capacidad de empatizar con mis ilusiones, por ser honesto y apostar conmigo que podríamos hacerlo y a mi marido, mi compañero de esta gran aventura”.
Esther