Maximiliano
"A mi niño...
Cuando naciste, un 21 de agosto de 1979 en la ciudad de Rosario, Argentina, había pasado horas en trabajo de parto. Mis 21 años, que hasta el momento me habían servido para escabullirme de los militares, leer a escondidas, ver desaparecer a mis amigos, sentirme vigilada, avasallada, aprender los códigos de la calle... nada de esto servía para el momento de parir. Aunque trataba de aplicar lo aprendido en el curso de postparto, se me hacia muy difícil, los dolores fueron muy fuertes y tardaste demasiado tiempo en salir. Por eso fue así como naciste, deshidratado, y entre un sueño agotador que me vencía veía a mi madre dándote sorbos de agua. Fuiste un recién nacido gordito, de esos que dan ganas de apretar.
Cuando tuviste un año y medio, tu padre y yo nos separamos. Y de ahí en adelante siempre los dos juntos, sin permitir que nadie se entrometiera en nuestra relación, siempre cuidándonos el uno al otro, vos en la escuela, yo estudiando y trabajando, haciendo malabares para no faltar a ninguna fiesta del cole, a ninguna reunión de padres. Tu abuelo te acompañó a tu primer partido de fútbol, tenías seis años entonces y jugabas haciendo montañas de tierra, mientras la pelota rodaba en la cancha y ninguno le echaba cuenta. Luego se convertiría en tu deporte favorito, y fuiste de los mejores de tu equipo, el "Zurdo", el "Negro", tu vida entera está llena de fútbol. Comenzaste a amar a Newells Old Boys desde chiquito, ¡somos LEPROSOS CON AGUANTE! Así nos llaman a los aficionados a este club de fútbol. Recuerdo cuando el cuestionado, el, te guste o no, mejor jugador del mundo, Diego Armando Maradona, debutó en Newells. No tenía dinero para las entradas y un compañero de trabajo me lo prestó, con la condición de que se lo devolviera con el próximo sueldo. Fue de los días mas emocionantes, los dos gritando y cantando.
Tu adolescencia, fue complicada como la de cualquiera. A los doce años perdiste a tu abuelo y eso te marcó mucho. A los 20 años a tu abuela, a la que adorabas, a la que le contabas tus aventuras con las chicas, a la que le pedías que te cebara mates cuando volvías de juerga y ella dejaba su cama para poner el agua a calentar y escucharte. Después de su muerte, recuerdo haberte visto horas y horas sentado en un sillón mirando sin mirar. En el año 2001 me quedé sin trabajo. Mi estupendo curro en una multinacional se fue al garete y con el poco dinero que me quedaba, después que el corralito me robara la mitad de mi indemnización, te planteé que me quería ir, que ya no aguantaba más a este país, que le había dado muchos años de mi vida y que sólo recibía a cambio, crisis, saqueos, pobreza... Me miraste y me dijiste que no sabías si te vendrías conmigo.
Un 6 de mayo de 2002 llegué a Sevilla, con toda la tristeza del mundo en mis espaldas, porque el abrazo que me diste al despedirnos fue tan fuerte que todavía recuerdo cómo temblabas. Mis primeros meses fueron de demasiada soledad, por las noches cuando me acostaba sentía que se abría la puerta y entrabas vos, diez meses después de mi llegada, te vi entrar por la puerta del Aeropuerto de Sevilla. Era febrero de 2003 y venías en chanclas y pantalones cortos y tu abrazo otra vez fue inmenso, pero esta vez no temblaste.
Cumplí 8 años en esta ciudad y vos 7. Nos pasaron tantas cosas buenas y de las otras también. Nos hicimos hinchas del Betis porque nos gusta sufrir. En estos años apareció Gaspar y llenó mi vida de colores, dibujos, él me enseñó tantas cosas, como por ejemplo a andar en bici. Nunca dejaré de decirle gracias. En tu vida una Estefanía de Dos Hermanas, pueblo cercano a Sevilla, amante de la medicina, te sacó de la tristeza del desarraigo y se convirtió en tu novia.
De las cosas mas terribles que está pasando ahora, es ese Linfoma que tenés en medio del pecho, que si pudiera te lo arrancaría con mis propias manos. La quimio es de las más duras y ver sufrir a un hijo es algo casi insoportable.
El médico dijo: "Esto se cura" y en días de bajón, sólo esa frase cuenta. Mi niño, vas a salir de ésta, vamos a salir de ésta, el cáncer tiene perdida esta batalla y la guerra también. Cuando te den el alta y digan que el tumor desapareció, nos vamos a emborrachar, a llorar y a llamar por teléfono a Argentina para decirles a todos que el linfoma ha desaparecido. Y desapareció, ¡y esperemos que para siempre!
¡Con todo mi amor!"
Nora Casalanga (madre de Maximiliano Colussi, paciente de Linfoma Linfoblástico de celulas T)
En estos momentos mi hijo se encuentra muy bien, con sus controles habituales y medicación. En Noviembre terminará su tratamiento total, que comenzó en marzo de 2010.
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