Nonia
Nonia fue diagnosticada de linfoma no Hodgkin en 2004 y le hicieron un trasplante autólogo, años después tuvo una recaída. Esta segunda vez, en 2010, fue trasplantada de un donante de medula no emparentado. Durante el ingreso de su segundo trasplante, Nonia escribió el texto y dibujó las ilustraciones que colgamos a continuación.
“Tener cáncer es experimentar un miedo intenso que se prolonga en el tiempo, y cuando se acercan las fechas de los reconocimientos se activa. Este miedo se transforma en ansiedad, torpeza, depresión, y hace que muchos de los que padecemos estas enfermedades nos sintamos frágiles y vulnerables.
Para superar la enfermedad, en todos los aspectos, necesitamos de la solidaridad. Una solidaridad que, como dice Roja Marcos, hay que entender como los sentimientos de hermandad, de adhesión, de fidelidad y de comprensión que nos impulsan a cuidarnos, respaldarnos, alentarnos mutuamente y fomentar una perspectiva más comunitaria del mundo, menos individualista.
El 15 de noviembre del 2010 regresé a casa, metafóricamente hablando, ya había pasado por un autotrasplante en el 2005 y casualidades de la vida hicieron que regresara al mismo TMO. Habíamos hecho obras en casa, los muebles verdes, la ventana, la tele… habían cambiado. Ahora todo era blanco, con un baño de aspecto futurista. La sensación era de más luz. Me senté en la cama y cuando reflexioné en donde me encontraba y todo lo que me esperaba me acorde de unas palabras de John Berger sobre el dibujo: una página en blanco de un cuaderno de dibujo es una página vacía. En su relato describe como haciendo una marca sobre ella se convierte en los límites de un microcosmos, añadiendo más grados de presión conseguimos un espacio tridimensional, y con nuevas marcas el espacio creado se llena de contenido, de formas, huecos, de aire, de peso y masa.
Allí estaba yo, sentada ante mi página en blanco, todo mi cuarto. Mil matices de distintos blancos que había que colorear, porque tanta luminosidad deslumbraba. Era como estar perdido en una niebla. Yo no sé escribir y realizaba pequeños dibujos donde intentaba explicar mi estado de ánimo. Lo que sí sé, es que gracias a los que me trataron y me acompañaron en esos momentos, los blancos tomaban color. Dibujaban pequeños recorridos que hacían más llevadero el tiempo. Cuando yo retrocedía intensificaban el color para darme ánimos; cuando flaqueaba, el trazo era firme para darme seguridad. Mimaban los matices, cambiaban las tonalidades. Nadie se olvidó de su caja de colores y de nuevo dibujaron mi camino a casa. Y por todo ello todas las gracias que os dé, son pocas".
Dibujos realizados por Nonia durante el ingreso: