Síntomas
En la leucemia aguda, los síntomas aparecen precozmente y se agravan con rapidez. El enfermo acude a consulta porque se encuentra mal. En la leucemia crónica, los síntomas pueden no existir durante largos periodos de tiempo. Cuando aparecen, suelen ser leves en su inicio y empeorar lentamente. En muchas ocasiones, el diagnóstico de una leucemia crónica se produce durante un examen de rutina, en ausencia de cualquier sintomatología.
Las células leucémicas son células anómalas que no pueden llevar a cabo las funciones que les son propias. Además, al igual que el resto de las células sanguíneas, las células leucémicas circulan por todo el organismo. Según el número de células anómalas existente y el lugar donde éstas se concentren, los pacientes pueden desarrollar diversos síntomas.
El primer lugar donde se acumulan es en la médula ósea, impidiendo una normal producción de glóbulos rojos, plaquetas y leucocitos sanos. A consecuencia de la disminución de glóbulos rojos, el transporte de oxígeno a través del organismo queda alterado. Bajo estas condiciones, el paciente desarrolla una anemia, con palidez y sensación de cansancio y debilidad. Cuando no existen suficientes plaquetas, el enfermo sangra con suma facilidad, y es frecuente la aparición de manifestaciones hemorrágicas en la piel (equimosis _ moratones_ y petequias). El déficit de leucocitos, y el mal funcionamiento de las células leucémicas, deja al organismo sin uno de los principales mecanismos de defensa contra las infecciones; por este motivo los enfermos con leucemia sufren infecciones recurrentes.
Las células anómalas también puede acumularse en otros órganos como: el cerebro o en la médula espinal (denominados en su conjunto sistema nervioso central o SNC), produciendo jaquecas, vómitos, pérdida del control muscular, estado de confusión y convulsiones. De igual modo pueden concentrarse en la zona testicular, produciendo dolor e inflamación. Algunos pacientes pueden presentar infiltración cutánea u ocular. La leucemia puede asimismo afectar el aparato digestivo, el hígado, el bazo, los pulmones y otras partes del cuerpo.
Por todo ello los pacientes pueden referir:
- Fiebre, escalofríos y otros síntomas similares a los de un estado gripal.
- Debilidad y fatiga.
- Infecciones frecuentes.
- Pérdida de apetito y/o de peso.
- Aumento de tamaño de los ganglios linfáticos, hígado o bazo.
- Equimosis, petequias y hemorragias mucosas.
- Encías inflamadas o sangrantes.
- Sudación profusa, especialmente durante la noche.
- Dolores óseos o en las articulaciones.
La mayoría de los síntomas de la leucemia son similares a los de otras enfermedades. La aparición de alguno de ellos no debe alarmar inicialmente pues lo más frecuente es que sean debidos a otra patología. Pero su persistencia y, sobre todo, su progresión es lo que debe ponernos en alerta.